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Dos genomas humanos de hace 45.000 años aclaran qué ocurrió entre los sapiens y los neandertales

Antropología evolutiva

El cruce de ambas especies hace entre 45.000 y 49.000 años contribuyó a definir a los humanos modernos

El análisis genético de los restos de siete individuos que vivieron en Europa hace 45.000 años ha revelado que 'Homo sapiens' y neandertales se cruzaron hace entre 45.000 y 49.000 años.

Tom Björklund

El genoma de la mayoría de personas no africanas contiene entre un uno y un tres por ciento de ADN de origen neandertal. Es la evidencia más clara de que nuestros antecesores, los humanos antiguos, se mezclaron con los neandertales al dejar el continente africano y migrar a Eurasia hace decenas de miles de años. Una investigación internacional que ha secuenciado los genomas más antiguos de Homo sapiens ha descubierto ahora que estos individuos ya llevaban encima dicha huella genética, que se produjo en un solo evento que duró decenas de generaciones hace entre 45.000 y 49.000 años.

Esta estimación, cuyos detalles publica este jueves la revista Nature, es la más precisa hecha hasta el momento, y sitúa el período de mezcla genética en una época más reciente de lo que habían sugerido estudios anteriores. “Estos resultados nos aportan una comprensión más profunda de los primeros pioneros que se asentaron en Europa”, explica en nota de prensa Johannes Krause, director de Arqueogenética del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva y uno de los autores del estudio.

Limitación temporal

Los 'Homo sapiens' que salieron de África hace más de 50.000 años no influyeron en el devenir de los humanos actuales

“Cualquier resto de humanos modernos hallado fuera de África y que tenga más de 50.000 años no pudo ser parte de la población no-africana que se cruzó con los neandertales y que ahora se encuentra alrededor de la mayor parte del mundo”, añade. Diversas investigaciones han hallado la presencia de Homo sapiens más allá del continente africano decenas de miles de años antes. Lo que defiende Krause es que estas expediciones no influyeron en el devenir de los humanos actuales, porque la migración de nuestros ancestros estuvo marcada por el cruce neandertal.

El hallazgo ha sido fruto del análisis genético en profundidad de los restos de seis individuos (tres machos y tres hembras) hallados en Ranis, un yacimiento el este de Alemania, y de otro conocido como Zlatý kůň (caballo dorado en checo), que consiste en el cráneo de una mujer y fue desenterrado al oeste de la República Checa. Todos ellos vivieron hace aproximadamente 45.000 años.

Reconstrucción artística de Zlaty kun, la 'Homo sapiens' que vivió hace 45.000 años y cuya calavera ha arrojado el genoma humano más antiguo jamás reconstruido.

Tom Björklund

Dos de esos genomas, uno de los alemanes y el checo, se conservaban tan bien que los investigadores han podido reconstruirlos con muchísima precisión—son, de hecho, los genomas humanos más antiguos que se conocen con tanto detalle—. Ello les ha permitido identificar trazas de un origen africano reciente en ambos individuos: llevaban variantes genéticas de piel y pelo oscuros, y de ojos marrones.

El equipo internacional de científicos ha secuenciado los genomas más antiguos del 'Homo sapiens'

Aunque con menor calidad, los científicos han podido reconstruir parcialmente el ADN de los otros cinco habitantes alemanes. El nivel de detalle ha sido suficiente para constatar una relación de parentesco entre los siete individuos. En un caso la relación es directa: una mujer y una niña halladas en Ranis fueron madre e hija. Pero incluso la mujer checa, encontrada a 230 kilómetros de distancia de sus compañeros alemanes, tenía un parentesco de quinto o sexto grado con alguno de los individuos de Ranis, algo que los científicos califican de “sorprendente”.

Esta cercanía ha sido clave para datar con mayor precisión la época en la que vivió Zlatý kůň. Los intentos de estimar su antigüedad directamente habían fallado, porque las técnicas de conservación que aplicaron los arqueólogos que desenterraron los restos del cráneo 74 años atrás dañaron el fósil. Pero ahora, la relación genómica con individuos bien datados como los hallados en Alemania, permite establecer con confianza que vivió hace unos 45.000 años.

El nivel de detalle del genoma también ha permitido a los científicos estimar que los siete individuos formaron parte de un mismo grupo social aislado que contaba con unos pocos centenares de miembros en cada generación, y que fue distinto del que dio lugar a los europeos modernos. Aunque compartimos ancestros comunes con ellos, esta rama checoalemana se separó de nuestros antepasados y su descendencia no perduró hasta hoy, según los autores.

Sin cruces recientes

Los siete sujetos estudiados en la investigación internacional no mostraban señales de haberse cruzado con neandertales de forma reciente. Sin embargo, sapiens y neandertales convivieron durante unos 5.000 años, con lo que es probable que los episodios puntuales de mezcla genética fueran relativamente comunes. De hecho, otros restos también antiguos analizados por trabajos anteriores sí que habían arrojado evidencias de cruces más recientes.

Lo que los científicos sugieren en el artículo de Nature, y desarrollan en mayor profundidad en otro trabajo que publica este jueves la revista Science, es que estos episodios posteriores no dejaron una huella genética permanente que haya llegado al día de hoy. El trasvase duradero de ADN entre especies se produjo en un solo evento que se alargó 7.000 años: comenzó 50.500 años atrás y acabó hace 43.500.

Para comprobarlo, los científicos del Instituto Max Planck han analizado 59 genomas antiguos, de Homo sapiens que vivieron entre 45.000 y 2.200 años atrás, y los han cruzado con más de 200 muestras de ADN actuales. Los resultados de esta base de datos apuntan que la evolución pulió rápidamente el trasvase de material genético, y seleccionó unos fragmentos genómicos que han perdurado hasta hoy, mientras que prescindieron de otros.

Estos análisis genéticos, que explotan los restos de ADN ocultos en los núcleos de las células de Homo sapiens y neandertales, detallan cada vez con mayor precisión el modo en el que estos últimos dieron forma a los humanos modernos, concluyen los autores.

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