MareNostrum 5: una sana ambición
Decía Salvador Dalí que la inteligencia sin ambición es un pájaro sin alas. Me parece una gran frase para ilustrar la puesta en marcha del MareNostrum 5, uno de los tres grandes superordenadores europeos destinados a dar servicio a la investigación científica de alto nivel.
Hoy la investigación en algunas áreas de la biología, la medicina, el clima, la ingeniería o la física no es posible sin el apoyo de las grandes infraestructuras de computación y datos, que ya en todo el mundo están permitiendo a muchas de estas disciplinas dar grandes pasos adelante. Gracias a estos nuevos instrumentos, y a los progresos del uso masivo de los datos y la inteligencia artificial, estamos viendo avances científicos que hace poco eran inimaginables.
Nuestro próximo gran reto: que el MareNostrum 6 se construya con tecnología europea
Pero la ciencia nos pide siempre mirar al futuro y hacerlo todavía con mayor ambición. Por eso, en el mismo momento que instalamos el MareNostrum 5 y que despedimos al MareNostrum 4 (¡en servicio desde 2017!), ya estamos pensando en el MareNostrum 6. Será una gran máquina que deberá estar en funcionamiento al final de la década, preparada para dar servicio a los retos que entonces nos plantee la investigación científica y que, sobre todo, nos permitirá culminar un sueño antiguo y ambicioso: llenar los grandes supercomputadores europeos de tecnología europea.
La práctica totalidad de la tecnología que existe dentro del MareNostrum5, y del resto de grandes ordenadores que tenemos en Europa, es foránea. En un momento en que, como europeos, alcanzar una mayor autonomía tecnológica es aceptado como una necesidad estratégica, queremos también poner nuestro granito de arena. Habremos alcanzado el éxito si, en cinco años, podemos escribir un artículo como este explicando que una parte de la tecnología que llena el MareNostrum 6 se ha diseñado en Europa y, aún más, si en parte se ha hecho en nuestro país.
En ocasiones, la palabra “ambición” tiene un sesgo negativo. El diccionario le asocia a conceptos como “fama” o “poder”. En el caso de la ciencia es totalmente al contrario. Y lo es porque no hablamos de una ambición económica, ni personal, ni lucrativa; hablamos de una ambición colectiva, académica e intelectual. Una ambición que pretende cumplir con el deber de devolver a la sociedad lo que la sociedad nos da, en forma de nuevos descubrimientos.
Alguien puede encontrar excesivo estar ya pensando en el MareNostrum 6 cuando apenas ha empezado a funcionar su predecesor. Pero esa ambición por mirar al futuro es imprescindible. Que tengamos en Barcelona el mayor centro de supercomputación de Europa no es fruto de una casualidad, sino de esta sana ambición, de un trabajo inmenso por parte de muchísima gente, y del apoyo unánime y continuado a la visión que hace décadas tuvo Mateo Valero por parte de los gobiernos español y catalán , y de nuestra Universitat Politècnica de Catalunya. Sobre estas bases sólidas, la ambición nos ha permitido llegar donde estamos, y ahora mirar decididamente al futuro.
Por eso ya imaginamos el futuro MareNostrum 6 para finales de la década, preparamos el 2024 para dar la bienvenida a nuestros nuevos ordenadores cuánticos y nos atrevemos a imaginar cómo estas tecnologías transformarán la investigación en las ciencias sociales y humanas.
No hay otro camino posible, y lo queremos reivindicar en un día como hoy: una sana ambición, para estar siempre al frente de los retos que la ciencia nos plantea, y servir de esta manera a la sociedad. No existe otro camino posible.