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La contaminación perjudica el desarrollo cognitivo de los niños

El cerebro infantil es especialmente vulnerable porque está en desarrollo

Las emisiones del tráfico afectan a la memoria de trabajo y a la capacidad de atención

Contaminación en Barcelona

Propias

Los niños que respiran aire contaminado en la escuela tienen un desarrollo cognitivo menor que aquellos que disfrutan de un aire más limpio en el patio y en las aulas. Es la conclusión de un estudio del Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (Creal) en el que han participado 2.715 alumnos de primaria de 39 escuelas de Barcelona y Sant Cugat del Vallès. “Nuestros resultados indican que la contaminación del tráfico es neurotóxica para el cerebro infantil, que es especialmente vulnerable porque está en desarrollo”, declara Jordi Sunyer, primer autor del estudio.

Según los resultados publicados en la revista Plos Medicine, todos los niños desarrollan sus aptitudes cognitivas a medida que crecen. Sin embargo, este desarrollo se ve mermado en niños que van a la escuela en barrios con niveles altos de contaminación.

El estudio ha evaluado, en niños de siete a diez años, tres aptitudes que se desarrollan a lo largo de la etapa de educación primaria y que influyen después en el rendimiento académico de los alumnos. Se ha evaluado, por un lado, la memoria de trabajo, que es aquella que permite retener datos muy brevemente en el cerebro sin llegar a memorizarlos (como lo que decía la frase anterior para no perder el hilo de la lectura). Por otro, la llamada memoria superior de trabajo, que permite retener datos más complejos sin memorizarlos y que es un indicador de inteligencia (como lo que decía el párrafo anterior). Finalmente, la capacidad de atención.

Estas tres aptitudes se han evaluado cuatro veces a lo largo de un año en los alumnos participantes en el estudio. En las tres se han observado diferencias significativas entre los alumnos de escuelas con niveles más altos de contaminación y los de escuelas con aire más limpio.

En los tests de memoria de trabajo, por ejemplo, los niños de los barrios más contaminados mejoraron un 7,4% en un plazo de un año. Pero en las escuelas situadas en zonas de aire más limpio la mejora fue del 11,5%. Por lo tanto, un nivel alto de contaminación reduce en aproximadamente un tercio el desarrollo de la memoria de trabajo.

“No hemos demostrado que esta diferencia tenga consecuencias a largo plazo dado que sólo hemos evaluado los efectos durante un año”, advierte Jordi Sunyer. Pero “si los niños no recuperan más tarde esta reducción del crecimiento cognitivo, la contaminación tendrá un efecto sobre su capital intelectual para toda la vida. Son niños que no llegarán a desarrollar todo su potencial cognitivo”.

El efecto ha resultado ser más acusado en niños que en niñas por motivos que se desconocen. Sunyer recuerda que los niños son más vulnerables a trastornos del desarrollo cognitivo como los del espectro autista (TEA) o el de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El efecto también es más acusado en niños vulnerables como, precisamente, los afectados por TEA o TDAH.

A nivel de cada niño, “el efecto es relativamente pequeño”, tranquiliza el investigador: hay alumnos excelentes en todas las escuelas independientemente del nivel de contaminación. Pero hay casos individuales en que este efecto pequeño puede tener consecuencias grandes, como en algunos de los niños más vulnerables. Y a nivel del conjunto de la población, “el efecto es inequívoco; se observa claramente que la contaminación perjudica el desarrollo cognitivo”, señala Sunyer.

El estudio también ha detectado que el nivel de contaminación en las aulas es similar al del patio, lo que se explica porque las aulas se ventilan con frecuencia y no están aisladas del aire exterior.

Otro dato relevante es que los niños están expuestos a niveles más altos de contaminantes en la escuela que en casa, recuerda Sunyer. Esto se debe a que las horas que pasan en la escuela coinciden con las horas de más contaminación urbana. Además, en la escuela suelen estar más activos, mientras que en casa pasan más horas descansando.

El estudio, financiado por el Consejo Europeo de Investigación, se diseñó después de descubrir en experimentos con animales que los contaminantes del tráfico pueden ser neurotóxicos. En esta misma línea, los niños que han estado expuestos a niveles altos de contaminación durante el embarazo o en los primeros meses de vida, cuando el cerebro se está desarrollando rápidamente, sufren retrasos cognitivos.

El estudio no aclara de qué modo la contaminación actúa sobre el cerebro. Una posibilidad, explica Sunyer, es que las partículas ultrafinas lleguen directamente al cerebro y perturben la comunicación entre neuronas en algunas áreas. Una posibilidad alternativa es que los contaminantes causen inflamación en los pulmones y que sean las moléculas inflamatorias que segrega el propio cuerpo humano las que accedan al cerebro y afecten a las neuronas.

Sea cual sea el mecanismo, “es conveniente adoptar medidas para minimizar la exposición de los niños a los contaminantes del tráfico”, sostiene Sunyer. Dado que no se pueden cambiar las escuelas de ubicación, el investigador aboga por medidas que reduzcan el tráfico y la contaminación en las zonas donde hay escuelas. Y, si se construyen nuevas escuelas, hacerlo lejos de las zonas de más tráfico, como ya es obligatorio en California.

En una reciente reunión con representantes del Consorci d’Educació de Barcelona, los investigadores del Creal han propuesto que los autocares escolares apaguen el motor cuando estén aparcados junto a los centros educativos y que todos estén obligados a llevar filtros de partículas.

Para los padres que acompañan a sus hijos en coche, proponen que se habiliten zonas para dejar a los niños a unos cien metros del centro escolar ya que “unas decenas de metros de distancia son suficientes para registrar cambios en la concentración de partículas”, observa Sunyer.

Una tercera posible medida sería utilizar tanto como sea posible las aulas más alejadas de las vías de tráfico. Pero las más importantes son las medidas encaminadas a reducir el tráfico y las emisiones contaminantes.

Los representantes del consorcio de educación “se mostraron receptivos”, explica Sunyer. ¿Adoptarán alguna de las propuestas que les han hecho? “No nos lo han dicho”.