Nick Bostrom, experto en IA: "Todos los caminos para futuros verdaderamente brillantes pasan por la inteligencia artificial"
El delicado equilibrio entre la tiranía tecnológica y la utopía posthumana, según su análisis sobre los límites de la superinteligencia
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Nick Bostrom, filósofo sueco y director del Instituto para el Futuro de la Humanidad de Oxford, ha sido una figura central en la discusión sobre la inteligencia artificial y su impacto en el futuro de la humanidad. Pese a que inicialmente fue conocido por sus advertencias sobre los riesgos existenciales asociados con la superinteligencia, su perspectiva ha evolucionado hacia una visión más equilibrada que reconoce tanto las amenazas como las oportunidades que presenta la IA.
El pasado noviembre de 2023, en una entrevista con UnHeard, Bostrom manifestó que el desarrollo de IA avanzada no solo es inevitable, sino la llave para acceder a los mejores futuros posibles de la humanidad. El filósofo sueco habló largo y tendido sobre esta paradoja, considerando que mientras la inteligencia artificial plantea riesgos existenciales sin precedentes, también representa la única vía hacia utopías tecnológicas duraderas.
¿Es la IA el último invento humano o la llave de la utopía?
Bostrom sostiene que "todos los caminos hacia futuros verdaderamente brillantes pasan por el desarrollo de una superinteligencia artificial", una visión que se basa fundamentalmente en tres pilares. Para empezar, que solo sistemas de IA superiores a la cognición humana podrían gestionar desafíos globales como el cambio climático, pandemias o peligros cósmicos. El escudo tecnológico y la optimización de recursos serían los siguientes puntos, ya que una IA avanzada podría neutralizar amenazas de otras tecnologías emergentes y administrar eficientemente recursos infinitos.
No obstante, el filósofo también advierte que el período de desarrollo inicial concentra los mayores peligros. Comenta que los gobiernos podrían usar la IA para vigilancia masiva, manipulación social o guerra automatizada y que hay una dificultad técnica para garantizar que sistemas superinteligentes mantengan objetivos compatibles con el bienestar humano. Finalmente, los errores en sistemas centralizados de IA podrían colapsar infraestructuras esenciales de energía, comunicaciones o logística.
Aunque reconoce que actualmente no existen beneficios tangibles inmediatos, insiste en que la IA será el "sistema operativo" que permitirá acceder a tecnologías revolucionarias aún inimaginables. Compara este potencial con la revolución industrial: así como las máquinas ampliaron nuestras capacidades físicas, la inteligencia artificial podría multiplicar nuestra capacidad de resolver problemas complejos.
En definitiva, el pensador sueco equilibra su visión optimista con varias advertencias claras: "La transición misma estará asociada a riesgos mayores. Necesitamos extremar la precaución". Para ello, propone una "preocupación Goldilocks": ni demasiado poca que nos lleve a la complacencia, ni excesiva que paralice el progreso. Su visión final sugiere que, gestionada con sabiduría, la IA podría ser el último invento que la humanidad necesite crear.
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