Google guardaba un as en la manga para ganar la carrera de la computación cuántica: su nuevo chip parece cosa del futuro
Los ingenieros de Google han logrado un hito histórico en computación cuántica con un chip que mantiene la estabilidad durante una hora
La computación cuántica acaba de dar un salto gigantesco gracias al nuevo chip de Google llamado Willow. Este avance revolucionario rompe todas las barreras que hasta ahora limitaban el desarrollo de ordenadores cuánticos, consiguiendo mantener la estabilidad de sus qubits durante una hora completa, cuando antes solo duraban unos segundos.
El equipo de Google Quantum AI ha logrado que su nuevo procesador, con 105 qubits físicos, alcance niveles de corrección de errores nunca vistos. La clave está en su innovadora arquitectura, según detalla un estudio publicado en Nature, que permite que cuantos más qubits se añaden, menos errores se producen, algo que llevaba buscándose desde los años 90.
El nuevo chip de Google marca un antes y un después en la carrera por la supremacía cuántica
Este avance llega en un momento crucial para la computación cuántica, especialmente después de que China haya presentado su ordenador de 504 qubits. La diferencia radica en la estabilidad: mientras los sistemas actuales tienen una fiabilidad del 99,9%, para aplicaciones prácticas se necesita reducir los errores a uno por cada billón de operaciones.
El potencial de Willow es asombroso. A diferencia de los bits tradicionales, que solo pueden almacenar 1 o 0, los qubits pueden existir en ambos estados simultáneamente, lo que les otorga un poder de cálculo extraordinario. Esta capacidad única permite resolver problemas que a los ordenadores convencionales les llevaría millones de años completar.
Los investigadores han conseguido este hito distribuyendo un qubit lógico entre varios qubits físicos en superposición. La innovación está en el método de corrección, que mejora exponencialmente conforme aumenta el tamaño del sistema. Cada vez que incrementan la red de qubits físicos de 3×3 a 5×5 y luego a 7×7, la tasa de error se reduce a la mitad.
Para entender la magnitud del avance, basta un ejemplo práctico: Willow puede realizar en cinco minutos una tarea específica que al superordenador más potente le llevaría 10 septillones de años. Este logro se suma a los recientes avances en el almacenamiento y recuperación de datos cuánticos, acercándonos cada vez más a una nueva era de la computación.
Aunque todavía queda camino por recorrer para alcanzar los niveles de error ultrabajos necesarios para aplicaciones prácticas, este desarrollo demuestra que vamos por el camino correcto. El siguiente paso será mejorar tanto el hardware como los algoritmos para conseguir tasas de error cercanas a una por cada billón de operaciones.
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